domingo, 23 de septiembre de 2007

Victoria contra Tigre

Nuestra victoria según Clarín:

Después de tres derrotas al hilo, el último campeón se reencontró con el triunfo. Sin embargo, perdió solidez y brillo, se volvió especulativo y no marca diferencias.
PRIMERO. HIRSIG, EN EL PISO CON ISLAS, PONE EL 1-0 PARCIAL. FUE DESPUES DE UN CABEZAZO DE MENDEZ.

La distorsión de sus lujos es, tal vez, lo que define a esta versión nublada de San Lorenzo. Una chilena de Santiago Hirsig, un taquito de Andrés Silvera -ambas jugadas con poca estética- lo hacen ganar al equipo de Ramón Díaz al margen de la limitada actuación frente a Tigre. Porque es el conjunto de Diego Cagna el que asume el rol protagónico pese a las distancias. Con juego, con buenas intenciones a las que, de vez en vez, les faltan puntadas a la red. Simplemente esa es la razón para entender los por qué de un triunfo que suma tan sólo para esconder pobrezas futboleras de un campeón sin corona.

Si son 19 minutos en los que Gastón Fernández enciende la luz del apagón. Si Osmar Ferreyra envía con su guante un tiro libre que saca Daniel Islas al córner. Si la Gata prueba de lejos para el lucimiento del arquero. Si tras el cabezazo de Sebastián Méndez es Hirsig el que empuja, en doble remate, al gol. ¿Por qué San Lorenzo renuncia, definitivamente, a jugar a lo que sabe? ¿Por qué entiende que hay que aferrarse a esa ventaja por el resto del partido? ¿Por qué irse a la casa de Agustín Orion hasta el pitazo final? No hay convicción en sus jugadores. Lejos está de ser lo que fue, sin esa soltura para la inventiva, sin esa actitud ganadora. Es borrosa la imagen, tímida, es la de un equipo que necesita sacar puntos para quién sabe qué. No es la de un aspirante al título. Es, más bien, la de un grupo de futbolistas que intenta maquillar un mal momento.

Con Román Martínez como eje de circulación, más las asociaciones de Diego Castaño y Néstor Ayala es Tigre quien tiene el control remoto del partido. No hay zapping, todo va en un mismo canal aunque le falte ese codificador para que el último pase tenga buena señal. Porque Juan Blengio se anima y pone una asistencia para Lucas Pratto, pero su definición sale afuera ante la buena salida de Orion. Porque es Blengio, otra vez, el que cabecea apenas desviado un tiro libre de Nicolás Torres. Porque Jonathan Bottinelli la peina justo para que Pratto no anote el empate. Porque Martínez alcanza a tocarla, pero es Orion el que se juega las manos y el triunfo. Méndez la saca del área con una palomita. Y es el final del partido. Un desenlace en el que San Lorenzo sostiene desde su espíritu -en algunos jugadores- tres puntos que valen para lamer heridas de eliminación en Copa Sudamericana y lejanía con el Apertura.

Aunque Bernardo Romeo -goleador en racha que espera su chance entre los suplentes- tenga ese mano a mano con Islas para asegurar la victoria, San Lorenzo encuentra un premio demasiado alto para el desarrollo. Porque el resultado poca relación tiene con el juego. Y cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Este equipo de Ramón Díaz desnuda confusión, respira poco fútbol y arrastra esos sueños en los que se pretende correr más rápido de quien persigue, pero siempre lo tiene cada vez más cerca. Así, con esta apuesta a la especulación, San Lorenzo tendrá cerca la chance de derrota. Y, lejos, su ambición de ser candidato. A Tigre le falta esa agresividad en el área y eso es, en definitiva, lo que marca la distancia. Un gol de chilena, otro de taco, una simulación de que lo supo ser.

No hay comentarios: